Respuesta:

Nadie los considera apartados de la comunidad, los negros, los blancos, los rojos, los amarillos son todos iguales ante Dios y el Is­lam. El Islam está extendido por África y todos los años el mundo puede ser testigo de la congregación más importante de la humani­dad en la Meca durante los días de la peregrinación y ver allí crista­lizada la unión de las razas humanas adorando al Dios de todos.

Si se refiere a los musulmanes negros en Norteamérica, ellos son parte de la comunidad islámica. En un primer momento la Nación del Islam que dirigía Eliha Muhammad, mezclaba conceptos islámicos con ideas mitológicas de un racismo negro. Malcom X denunció estas tendencias erróneas luego de su visita a la Meca y desde entonces la Na­ción del Islam ha ido acercándose a una posición más ortodoxa del Islam. El hijo de Eliha Muhammad, Walace Muhammad, cercano a Malcom X, ha aceptado una visión más ortodoxa que la de su padre y hoy dirige en Estados Unidos un importante movimiento de mu­sulmanes negros. La Nación del Islam con sus numerosísimos se­guidores es hoy conducida por Louis Farrahan. Todos los musulma­nes mientras no nieguen los principios evidentes del Islam, sus pila­res o ramas fundamentales son parte de la comunidad islámica.

La serie televisiva “Raíces”, de Alex Haley, muestra el origen islá­mico de muchos de los esclavos negros arrancados cruelmente de su tierra natal en el continente africano. En esta recordada miniserie, el autor cuenta la historia de su familia, cuando su ancestro Kunta Kinte fue capturado, en África, siendo un adolescente para ser ven­dido como esclavo, hasta lograr la libertad en la Guerra de Secesión. El movimiento de los negros en Norteamérica para reencontrar su identidad originaria fue muy bien retratado por la película Malcom X. La tremenda opresión sufrida hizo que los primeros intentos por recobrar su identidad estuviesen desbalanceados y mezclados con algunas ideas de corte racista pero inversas a las ideas racistas de los blancos.

El continente africano todavía espera una indemnización por parte de los países esclavistas de Europa y Estados Unidos aunque el sufrimiento humano que significo dicha empresa no tiene una medida y peso material. Pero ya que tanto hablan de derechos humanos, deberían no solo pedir perdón sino indemnizar en billones de euros y dólares con lo cual se podría revertir el atraso que padecen las poblaciones africanas.

Sheij Abdulkarim Paz




Respuesta:

Depende que se entienda por fundamentalismo. Si se entiende dogmatismo, fanatismo, intolerancia, irracionalidad, el mismo Is­lam que confirma el mensaje de los profetas del Dios Único, con todas sus exhortaciones coránicas a la búsqueda del conocimiento, al diálogo respetuoso y al respeto por la libertad del otro, es el mejor antídoto contra esos vicios del alma humana.

Ahora, si se entiende al término “fundamentalismo” como un com­promiso profundo para conocer y poner en prácticael Islam en toda sus dimensiones incluyendo su faz política, económica, cultural, ju­rídica, por propia voluntad, sin compulsión, en el marco de un de­sarrollo espiritual y moral que dignifique al ser humano, entonces, obviamente, no daña al Islam, pero seguramente daña a quienes solo se preocupan de ver acrecentados sus intereses de un modo ilegitimo y a cualquier costo imponiendo ellos de un modo intolerante y fundamentalista sus pretensiones.

Según el estandarte que se aplica en general en los medios para calificar a las personas de fundamentalistas, todos los profetas quedarían incluidos en esta categoría.

Sheij Abdulkarim Paz




Respuesta:

Obviamente “lo común y lo corriente” depende de la cultura que le sirva de marco. Son los patrones culturales los que van a moldear el modo “tipo” de ser de una persona. El Islam tiene puntos en común con nuestra cultura y otros en los que difieren.

Quizás una diferencia importante es que la cultura de un musulmán tiene valores y principios muy estables por su naturaleza espi­ritual, mientras que en nuestra cultura occidental está reinando, en términos generales, un gran relativismo y una carencia de referentes y modelos creíbles y estables para la gran masa de la gente. Al ha­berse desprendido nuestra cultura de esos referentes espirituales está sujeta a permanentes cambios y degradación, sin encontrar parámetros estables para aquellas cuestiones de la esfera de lo hu­mano que por ser de orden espiritual son de carácter permanente.

Entonces, para volver a la pregunta podemos decir que en térmi­nos generales hallaremos semejanzas y diferencias entre un musulmán y lo que es un hombre común y corriente en esta sociedad. Con respecto a las diferencias seguramente se verán en la manera de ado­rar a Dios, en algunos hábitos de vestimenta, alimenticios o de di­versión. El musulmán se hallara más cómodo entre otros creyentes en Dios que lleven una vida armónica con esa creencia y donde reina un respeto mutuo que permita ver la esencia y el espíritu co­mún detrás de esas diferencias.

Sheij Abdulkarim Paz


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