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¿Rezar hacia oriente tiene alguna significación?

¿Rezar hacia oriente tiene alguna significación?

Respuesta:

Los musulmanes rezamos hacia La Meca. La orientación ira variando de acuerdo a la ubicación respecto a la ciudad sagrada que está situada al centro oeste aproximadamente de la península arábiga, en la actual arabia saudita.

La razón por la que nos orientamos hacia la Meca es también una orden coránica que fija un centro común, un punto de referen­cia que conlleve el recuerdo de Dios y la unión de todos los creyen­tes. De acuerdo a la tradición del Islam, la Kaaba, o cubo en español, que se encuentra en el centro del santuario de la Meca es la primera casa construida sobre la faz de la tierra por el profeta Adán por or­den de Dios para Su adoración.

Esta construcción de cubos de piedra de unos 15 metros de altu­ra, está vacía en su interior como un signo o símbolo de la Unicidad de Dios y su ser Absoluto sin formas ni límites pero a la vez, Fuente Eterna de todas las formas y existencias limitadas. Esta casa fue re­construida por el Profeta Abraham (P) y su hijo Ismael (P), tal corno lo expresa el Corán, luego de que le fuera ordenado dejar allí, en ese valle desértico a Agar ya su hijo Ismael (P).

De acuerdo a la tradición islámica, a punto de morir de sed, Dios hizo brotar una fuente de agua a los pies del niño Ismael que mana hasta hoy día y que tiene el nombre de Zam Zam, sonido onomatopéyico por su constante borboteo. La Biblia se refiere a esto cuando menciona en el Génesis que Abraham se dirigió al sur, a los montes de Parán donde brota una fuente de agua.

Cuando vivió el Profeta Muhammad (BP) los árabes se habían desviado del monoteísmo abrahámico y habían caído en el paga­nismo llenando la Kaaba con sus falsos dioses de madera o piedra. Cuando el Profeta Muhammad (BP) conquistó pacíficamente La Meca, destruyó esos ídolos y restituyó el culto abrahámico al Dios Único.

En otra tradición del Profeta se enseña que la Kaaba reproduce en la tierra a la Kaaba celestial que circunvalan los ángeles que glorifi­can a Dios Altísimo.

Sheij Abdulkarim Paz